Levy, Marc

Acabo de leer "Las cosas que no nos dijimos" (2008), de Marc Levy  (1961), que según dicen es el autor francés que más libros vende en la actualidad. Se dio a conocer en todo el mundo en el año 2000 con el best-seller "Ojalá fuera cierto", traducida a más de 38 idiomas y convertida en película.

En Las cosas que no nos dijimos, Levy crea con prosa fácil y ligera (abundancia de diálogos no siempre bien construidos), una ficción romántica y viajera (Nueva York, Montreal, París, Berlín), poco creíble tal vez, pero emotiva y divertida. Literatura de consumo rápido que toca los sentimientos más básicos con el tema del amor verdadero, el antiguo amor que resultó imposible en el pasado y es reencontrado en el presente, recuperando así la felicidad perdida, y las difíciles relaciones paterno filiales entre padre e hija:

¿Te imaginas hasta qué punto hay que amar para aprender a no vivir más que por vosotros, sabiendo que lo olvidaréis todo de vuestros primeros años, que en los años venideros sufriréis por lo que no hayamos hecho bien, que llegará un día, irremediablemente, en que os separaréis de nosotros, orgullosos de vuestra libertad?

Uno puede echarle la culpa de todo a su infancia, culpar indefinidamente a sus padres de todos los males que padece, de las pruebas a las que lo somete la vida, de sus debilidades, de sus cobardías, pero a fin de cuentas es responsable de su propia existencia; uno se convierte en quien decide ser.

No hay platos rotos que reparar. Sólo hay cosas que vivir, y nunca ocurre como uno había previsto. Pero lo que puedo decirte es que la vida pasa a una velocidad de vértigo.

Cuando leas esta carta, se me habrán acabado las fuerzas; espero que no me guardes rencor, he preferido evitarte una despedida inútil. Ya es bastante enterrar a un padre una vez.
Todavía te recuerdo de niña, cuando corrías a abrazarme... Es tonto decirlo, pero es la cosa más bonita que me ha pasado en la vida. Nada me habrá hecho más feliz que tu risa, que esos cariños de niña que me hacías cuando volvía a casa por la noche. Sé que algún día, cuando te hayas liberado de la pena, volverán a ti los recuerdos. Sé también que nunca olvidarás los sueños que me contabas cuando venía a sentarme al pie de tu cama. Incluso en mis ausencias no estaba tan lejos de ti como creías; aunque sea torpe, aunque no se me dé bien, te quiero. Sólo me queda una cosa que pedirte: prométeme que serás feliz.


(Con lo fácil que parece escribir un libro de consumo rápido y masivo (best-seller), cómo no he escrito uno ya.)