Navales, Ana María


RECONOCER LA CASA, el triunfo de las sirenas
en el celofán que rodea el muro de tu vida.
Quizá no sea en el mar donde se guarda el enigma
que tu desnudez convierte en sueño y aventura
sino en la cumbre de aquel monte que la memoria
deshace en el camino imantado del regreso.
Una mirada se oculta en todos los espejos.
El ojo que la busca parece de otro hombre
con la piel extendida como un trofeo de caza,
pegada a la luz para sentirse transparente.
Sabe que ya no son necesarios otros dioses,
que el amor y el vacío de su huella son placeres
del silencio que evita así el rostro del tiempo.
Ni la noche, el jazmín, la ninfa y aquella nave
existieron nunca. En tu álbum de flores secas
todavía una rosa humedece las páginas.
Tiene el aroma del mar al que jamás llegaste.