Zardoya, Concha


HA VENIDO LA AUSENCIA A SEPULTARSE

HA venido la ausencia a sepultarse
en la sala vacía y sin espejos:
la memoria ha borrado viejas sombras,
los antiguos fracasos y desdichas.
Y sus paredes rozas... Manos tímidas
procuran dibujar las nuevas luces,
los contornos trazar de nueva vida,
la inocencia del tiempo que deseas.
Entreabres con temor ventana y puerta:
la exacta dimensión de lo que buscas
penetra con la luz y con el aire.
Te sorprende saberte acompañada
por tanto sol y tanto espacio inédito:
la nueva vida espera que la vivas.

Auster, Paul


Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro.
...
No puedes pronosticar lo que ocurrirá cuando llegue el día en que te metas en la cama por última vez, pero si no desapareces súbitamente como tu padre y tu madre, quieres morir inspirando amor. Si puedes.
...
Tus pies descalzos en el suelo frío cuando te levantas de la cama y vas a la ventana. Tienes sesenta y cuatro años. Afuera, la atmósfera es gris, casi blanca, no se ve el sol. Te preguntas: ¿Cuántas mañanas quedan?
Se ha cerrado una puerta. Otra se ha abierto. 
Has entrado en el invierno de tu vida.

Diario de invierno (2012)





Dice que su libro preferido es "El Quijote". Paul Auster (1947) adquirió fama internacional como escritor con la publicación de “La Trilogía De Nueva York”, título que engloba una tríada de novelas de intriga conformadas por “La Ciudad De Cristal” (1985), “Fantasma” (1986) y “La Habitación Cerrada” (1986). Es sin duda uno de los más grandes novelistas norteamericanos vivos. El azar, la contingencia humana, los sentimientos no cumplidos, suelen tener un papel importante en la trabajada estructura narrativa de sus novelas.

Me han gustado varias de sus obras, especialmente "Leviatán" (1992), "El libro de las ilusiones" (2002), "Brooklyn Follies" (2005), "Invisible" (2009)... (Algunas de ellas traducidas por Maribel de Juan, compañera de clase en la Complutense.)

En su última publicación, vuelve al relato autobiográfico poliédrico de los recuerdos de su niñez. 

La única prueba que posees de que tus recuerdos no son enteramente engañosos es el hecho de que a veces incurres en la misma forma de pensar. 
A tus sesenta y tantos años persisten vestigios, el animismo de la primera infancia aún no se ha desterrado por completo de tu intelecto, y todos los veranos, cuando te tumbas en la hierba, observas las nubes viajeras y ves cómo se transforman en caras, en pájaros y animales, en estados, países y reinos imaginarios. Las rejillas de los coches te siguen sugiriendo dientes, y el sacacorchos continúa siendo una bailarina de ballet. Pese a la evidencia exterior, sigues siendo quien eras, aunque ya no seas la misma persona.

Viaje al interior (2013)

Bernhard, Thomas


Doscientos amigos asistirán a mi entierro y tú tendrás que pronunciar un discurso ante mi tumba, me había dicho Paul. Pero en su entierro sólo estuvieron ocho o nueve personas, como me consta, y yo mismo estaba en aquel momento en Creta, escribiendo una obra de teatro que, en cuanto hube terminado, aniquilé inmediatamente.

El sobrino de Wittgenstein (1982)

El austriaco Thomas Bernhard (1931-1989) nació en realidad en Holanda, donde su madre fue para evitar la deshonra de un hijo ilegítimo. Tuvo siempre una relación tensa con ella, de amor-odio, al igual que hacia su patria. Se cría en gran parte con sus abuelos, que ejercerán en él una gran influencia, especialmente su abuelo. En los años cuarenta ingresó en un internado de Salzburgo. Después vería como el internado nazi se convierte en un colegio católico igual de atroz. Tiene sus primeros contactos con la música, también con la enfermedad y la idea del suicidio, temas recurrentes en su obra. Narra su vida en El origen, El sótano, El aliento, El frío y Un niño. En España se publicaron en los años 80 tras convertirse en escritor de culto con la publicación de Trastorno y , ensalzado por los Benet, García Hortelano, Guelbenzu, Azúa y "el joven Marías"... 
Sarcástico en su humor, muestra las miserias de la sociedad austriaca, provocador en ocasiones, pero también conmovedor. No es moralista, muestra el sufrimiento de la humillación, la enfermedad, la locura, explora el horror de la degradación. No llegó a recibir el único premio que le habría gustado y tal vez hubiera rechazado.

El leía siempre libros en los que se hablaba de suicidas, en los que se hablaba de enfermedades y de muertes, pensé, de pie en la sala del mesón, en los que se describía la miseria humana, la falta de soluciones, la falta de sentido, la falta de utilidad, en los que, una y otra vez, todo era devastador y mortal. Por eso amaba más que nada a Dostoyevski y a todos sus sucesores, en general la literatura rusa, porque es una literatura realmente mortal, pero también a los deprimentes filósofos franceses.

El malogrado (1983)