Némirovsky, Irène



Hija de un banquero judío ucraniano, nació en Kiev en 1903. Escapó con su familia de la Revolución Rusa en 1918 y se estableció finalmente en París, donde se licenció en Letras en la Sorbona. Reconocida como brillante escritora en lengua francesa en los años 30, pero el gobierno francés rechazó su petición de nacionalización. En 1939, ella y su familia se convirtieron al catolicismo, lo cual no impidió que fueran víctimas de las leyes antisemitas promulgadas en 1940 en Francia. Su marido Michel no pudo trabajar más en la banca y a Irène le impidieron publicar. Irène Némirovsky murió asesinada en Autchswitz en 1942, igual que su marido unos meses después. Sus hijas sobrevivieron gracias a su tutora y la ayuda de amigos de la familia. Su madre les dejó una maleta que conservaron durante décadas. En ella se encontraba el manuscrito de la inacabada Suite francesa, cuya publicación en 2004 desencadenó un fenómeno editorial y cultural. La historia del manuscrito y de la propia autora supera y da mayor emoción a la propia novela, que muestra la finura psicológica de sus anteriores obras. Transcurre en el escenario de la ocupación alemana de Francia, y muestra la pérdida de la normalidad, la propia identidad y la dignidad en la convivencia con el agresor.


La novela muestra cómo la vida es siempre más rica y sutil que las convicciones políticas y las ideologías y cómo puede a veces sobreponerse a los odios, las enemistades y las pasiones e imponer la sensatez y la racionalidad. (Vargas Llosa en Bajo el oprobio)

Los alemanes no aparecen más culpables que los propios franceses.

Lucile recordó una confidencia del teniente: "En la Kommandatur -le había contado Bruno (Von Falk)-, el mismo día de nuestra llegada, nos esperaba un paquete de cartas anónimas. La gente se acusaba mutuamente de hacer propaganda inglesa y gaullista, de acaparar productos de consumo, de espionaje... ¡Si les hubiéramos hecho caso, ahora toda la comarca estaría en prisión! Ordené que las arrojaran todas al fuego. Los seres humanos nos vendemos con mucha facilidad, y la derrota despierta lo peor que hay en nosotros. En Alemania ocurrió lo mismo."

Y hasta muestran capacidad de autocrítica.

-Para nosotros, los alemanes, lo que es a la vez nuestro peor defecto y nuestra mejor virtud es la falta de tacto o, dicho de otro modo, la falta de imaginación. Somos incapaces de ponernos en el lugar del otro, lo ofendemos gratuitamente y nos hacemos odiar; pero eso nos permite actuar de un modo inflexible y sin desfallecer.

Incluso pueden hacer sentir ternura.

-Es usted muy bueno, Bruno -musitó Lucile. En ese momento ya no se avergonzaba de amarlo, porque su deseo había muerto y sólo sentía por él pena y una ternura inmensa, casi maternal. Se esforzó por sonreir.

En un apéndice, se incluyen las últimas cartas de Irène. Esta es su última carta.

Jueves por la mañana - julio de 1942, Pithiviers
(escrita con lápiz y sin matasellos)

Mi querido amor, mis adoradas pequeñas, creo que nos vamos hoy. Valor y esperanza. Estáis en mi corazón, amados míos. Que Dios nos ayude a todos.

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